Por un momento hagamos un lado el esquema convertido en dogma, de que el día del niño es una oda al consumismo. Por un momento hagamos a un lado nuestra cuadrada visión de adultos y entremos en ese mundo utópico que construimos y al que rara vez entramos, la infancia. Dejemos solo por hoy el tedio de la rutina y disfrutemos ese espacio que muchos hemos relegado al olvido, abramos la puerta de los recuerdos y visualicemos nuestra capacidad de asombro, cuando nuestros padres nos premiaban con un juguete, una ida al cine, al circo, a un premio por muy humilde que fuera por ser eso. Simplemente un niño.
Reconozcamos pues el enorme esfuerzo de aquellos que a pesar de las dificultades nos regalaban un momento de felicidad, nos regalaba una ilusión y los dejábamos entrar a nuestro mundo de naturaleza onírica. Plagado de visiones fantásticas que podían materializarse en un teniente espacial, en una fiesta de te con muñecas incluidas, en un jugador profesional de futbol que ganaba un mundial gracias a nuestro gol, y de tantas cosas de lo que uno es capaz de imaginar.
No sellemos la puerta a nuestro niño interior, a esa personita que nos toma de la mano y nos lleva por los recuerdos mas felices que uno tiene. La infancia es nuestro tesoro mas preciado. Compartámoslo con nuestros hijos, con nuestros sobrinos, con los hijos de nuestros amigos, con cualquier niño que conozcan, o en su defecto con ustedes mismos. La lonchera del recuerdo, quiere felicitar a todos esos niños de hoy, pero especialmente aquellos que han venido a jugar durante año y medio que ha durado este proyecto, mismo que se ha convertido en un monstruo colectivo de imágenes y recuerdos llenos de nostalgia, de felicidad y de inocencia.
“Hay 3 cosas que los niños pueden enseñar a los adultos:
a estar siempre contentos sin un motivo aparente, a estar siempre
ocupado en algo y a exigir con todas sus fuerzas algo”
Paulo Cohelo