Cierra tus ojos por un instante. Aíslate del mundo, imagina tu casa. Ese
lugar que llamas hogar donde jugabas hasta el cansancio y solo importaba
esconderte de tu mama para ganar unas horas más de juego antes de ir a dormir.
¿Puedes verte?, ahí en ese lugar mágico donde te escondías, donde jugabas. Tu
patio, tu sala, tu jardín donde las risas infantiles alegraban la casa. Observa
muy detenidamente y baja tu mirada hacia tu mano. La cual sujeta ese juguete
amado que tanto te dio.
Es tu juguete preferido, el que cargabas a todos lados, el que nunca te
recrimino nada ni siquiera lo duro que lo tratabas. Siempre te devolvió amor y
cariño a cambio de su compañía. Hoy es tiempo de darle las gracias, de
reflexionar sobre lo mucho que le importabas. Y quizás el este donde este se
alegrara de que por un instante, por un segundo hayas pensado en el después de
tanto tiempo.
El vio tus alegrías, tus tristezas, todas y cada una de tus emociones, fue
tu confidente testigo mudo de tu paso por la vida y de tu crecimiento, como
paulatinamente lo dejabas de lado para interesarte por otras cosas. Pero el
siempre estuvo ahí como un roble muriendo de pie.
Quizás sobreviva todavía retirado en algún rincón de la casa. Búscalo y dale
las gracias por dedicarte su existencia, él te lo agradecerá. Feliz día del
niño.
Willy
En mi casa he reunido juguetes pequeños y grandes,
sin los cuales no podría vivir. El niño que no juega no
es niño, pero el hombre que no juega perdió para siempre
al niño que vivía en él y que le hará mucha falta.
Pablo Neruda