La radiograbadora. Aquel artefacto tecnológico que nos devolvía horas de entretenimiento y música a cambio de un mantenimiento rustico, basado en un trapazo y algún "tuneo" con calcamonías de la época. Se trataba del sueño de todo pre adolescente que transitaba de la infancia a la adultez, con intenciones musicales.
Los existía en diferentes marcas y modelos, como la fayuca lo permitía. Se podían encontrar en formas y colores y hasta personales o de doble casettera. Antes de la llegada del internet, el mp3 o incluso el CD. Teníamos que esperar largas horas de programación para encontrar esa canción que tanto nos gustaba y grabarla en un
casette.
Para que al final la voz del locutor, o la identificación de la estación, interrumpiera nuestra grabación. Las radio grabadoras fueron evolucionando con el paso del tiempo. Los primeros reproductores fueron introducidos en el mercado por varias compañías a finales de los años setenta, cuando el sonido estéreo se agregó a los diseños existentes de grabación de radiocasete.
Así, se fueron fabricando modelos más sofisticados y potentes que a menudo se asociaban con fenómenos de los años ochenta: el breakdance y la cultura hip hop.
Sin temor a equivocarme todos llegamos a tener una de estas, en formas simples o complejas, por lo que estoy seguro que recordaran con cariño sus grabaciones y transmisiones. Dibujen una sonrisa hasta la próxima publicación.